miércoles, noviembre 22, 2006
Hoy en Montmeló no corren ni Alonso ni Schumacher, ni nadie famoso. Sólo un tal Antoni Sitjà Carreiro, acompañado de un reducido grupo de fans que han decidido pasar del trabajo e ir a animarlo en una ocasión tan importante. Mi padre, que tiene 60 años, se va a subir a un coche de fórmula 3000 y va a competir con chavales como 40 años más jóevenes que él, así con par. Está aterrorizado, y excitado como un enano, y me alegro mucho, mucho por él.Porque éste es uno de los sueños de toda su vida, y porque sus amigos están allí para disfrutarlo con él, después de tropecientos mil años de amistad, y que le quieren tanto que un miércoles a las 14:00 sudan de ir a currar y van a animarle, y que luego se iran a tomar unas birras como unos reyes. Si, si, mi padre es un hombre afortunado. Así que a pesar de ser el tirano que es, supongo yo que algo debe de tener para que la gente, en el fondo, le quiera tantísimo.
En fin, para mi padre.
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